Era cuarta y gol. Con un minuto y 50 segundos por jugar en el mayor evento deportivo del mundo. El todo o nada para los 49ers que perdían 34-29. Colin Kaepernick lanza un pase flotado hacia Michael Crabtree, el receptor no llega y los Baltimore Ravens comienzan a inscribir su nombre como campeones del Super Bowl XLVII.
Es cierto que al partido le quedaba un “autogol”, el safety del pateador de despeje de los Ravens que optó por bajar los segundos en el marcador a cambio de dos puntos en contra que no le hacían daño a su equipo. Luego vino el despeje, el intento vano de un jugador de los 49ers y los futbolistas Ravens corriendo hacia la cancha para festejar la victoria 34-31 con el confeti cayendo desde lo alto del Superdome.
Pero la suerte se había sellado minutos antes cuando con cuatro oportunidades a escasas cinco yardas de la zona de anotación, los 49ers de la read option, del explosivo Kaepernick fueron incapaces de vulnerar a la defensa de los Ravens. Lo dijo el profundo Ed Reed tras el partido en conversación con los panelistas de NFL Network: “Al final del día todo lo definió la defensa. Tengo muchísimo respeto por Joe Flacco y la ofensiva, pero ahí, a cinco yardas, apareció la defensa”.
Todo el dramatismo que se vivió al final del partido era impensado en un momento del partido, cuando los Ravens comenzaron dominando sin contrapeso: Flacco conectó con Anquan Boldin desde 13 yardas para abrir el marcador y luego sumó dos touchdown más antes de que terminara la primera mitad. El último de estos touchdowns fue un largo pase a un desmarcado Jacoby Jones, quien luego de caer sin ser tocado por un defensa de los 49ers, se levantó y con gran habilidad encontró la zona de anotación en una jugada que totalizó 56 yardas.
Por su parte, sin montar nada brillante en ataque, tras dos cuartos los 49ers sólo sumaban seis puntos producto de dos goles de campo.
Al comenzar la segunda mitad las cosas empeoraron aún más para San Francisco cuando en la primera jugada del tercer cuarto Jones devolvió 108 yardas el despeje, estableciendo un nuevo récord en distancia para un Super Bowl.
El marcador decía 28-6 y parecía que el segundo tiempo iba a estar de más. Sin embargo, pasó algo impensado, inédito y bochornoso: un corte de energía apagó las pantallas y la mitad de los focos que iluminaban el estadio. Cuando se reanudaron las acciones tras largos y tediosos 35 minutos, las cosas ya no estaban igual, los papeles se habían invertido, porque ahora eran los 49ers los que encontraban consecutivamente la zona de anotación y la ofensiva de los Ravens la que no podía progresar en el terreno.
También comenzaron a aparecer los errores, como el balón perdido de Ray Rice que fue cambiado por tres puntos gracias a un gol de campo. No terminaba el tercer cuarto y los 49ers ya le habían descontado 17 puntos a la ventaja de los Ravens.
En el último cuarto Baltimore encontró mejor ritmo en su ofensiva y fue capaz de aportar dos nuevos goles de campo, contra un nuevo TD de los 49ers, esta vez con una corrida de “Kap”, quien no pudo encontrar a Randy Moss en la conversión por dos puntos. Ese error del joven mariscal de San Francisco no sería más que un preludio de la ineficacia que tendría en los dos minutos finales del partido.
En medio de los festejos, en la mitad de la cancha se encontraron los hermanos Harbaugh para el saludo protocolar que exige la NFL tras cada partido, aunque este claramente tenía un sabor especial: “Le dije que lo amaba”, contó John tras el duelo. “Le dije que lo felicitaba y que estaba orgulloso de él”, relató Jim en la conferencia de prensa.