Domingo 1 de febrero de 2014. Phoenix, Arizona. Estadio de los Cardinals. Super Bowl XLIX. 14 minutos, 34 segundos del último cuarto. Segunda y gol. Un entrenador, Pete Carroll. Un mariscal, Russell Wilson. Un receptor, Ricardo Lockette. Un defensa, Malcolm Butler.
Y el relato de Al Michael (el de otros relatos históricos, como el milagroso triunfo de EEUU sobre la URSS en la final del hockey sobre hielo en los Juegos Olímpicos de 1980) por la cadena NBC, que será revivido por YouTube una, mil, millones de veces en los próximos años: “El reloj de juego en cinco… el pase es… INTERCEPTADO en la línea de gol por Malcolm Butler…I-RREAL”.
La reacción de Cris Collinsworth, el comentarista de la transmisión de NBC, lo resume todo: después de la intercepción de Butler, dijo seis veces “no puedo creerlo”. Un par de veces mientras repetían el errático pase de Wilson, Collinsworth se quedó sin palabras y sólo atinó a decir “no puedo creerlo” e incluso un sonoro “por qué”, mientras veía el brazo extendido del QB de Seattle y luego al esquinero ganarle la posición a Lockette.
POR QUÉ. Han pasado varios días desde que terminó el Super Bowl XLIX y el mundo deportivo de Estados Unidos y también en muchas partes del mundo, continúa disceptando qué razón pudieron haber tenido los Seahawks para arriesgar el partido en un lanzamientom en vez de pasarle el balón a Marshawn Lynch -indiscutiblemente el mejor corredor en la liga-, para recorrer apenas una yarda y lograr el bicampeonato.
Hay varios culpables. Wilson por el lanzamiento y Lockette por no defender mejor la posición. Pero sin dudas que el mayor responsable de uno de los grandes errores en la historia de la NFL es Pete Carroll, el entrenador en jefe de los Seahawks.
En rigor, fue Darrell Bevell, el coordinador ofensivo de Seattle, quien le dijo a Wilson vía intercomunicador qué jugada ejecutar, pero fue ante la solicitud de Carroll.
En una conversación con Michael Silver, analista de NFL Network y NFL.com, Carroll respondió, en parte, la gran duda que tienen todos en Estados Unidos. Según escribió Silver, el entrenador de Seattle no quiso correr y así evitar que lo detuvieran, que lo obligaran a quemar su último minuto y luego verse forzado a lanzar en tercera y gol.
“Puedes correr en el segundo down, pedir minuto, lanzar en el tercer down y marcar… O es un pase incompleto y tienes que elegir entre correr y lanzar en el último down”, le contestó Carroll a Silver por mensaje de texto. “Esa es una manera lógica de pensar, no cuando le das una vuelta a la lógica… nunca piensas que lanzarás una intercepción, como tampoco que perderás la pelota en un fumble”.
Obviamente, la lógica de Carroll se basaba en que sus jugadores no se iban a equivocar y harían todo según lo entrenado.
Aun así, lanzar siempre tiene un riesgo mayor a correr. Y Carroll olvidó convenientemente en mencionar que la pelota la hubiera recibido Marshawn Lynch, por lejos el mejor de la NFL en esa posición y quien esa noche ante los Patriots logró 102 yardas por tierra.
No Pete. No. Las explicaciones siempre son válidas, pero en este caso, ni de cerca justifican una de las peores decisiones en la historia del fútbol americano profesional. Difícilmente la historia hará un juicio distinto al de Cris Collinsworth, el comentarista de NBC, quien todavía debe estar diciendo “no puedo creerlo”.