La cantante Beyoncé unirá su nombre a un selecto número de artistas, que incluye a Michael Jackson, Paul McCartney, Madonna, los Rolling Stones y U2, como la invitada principal al tradicional show del medio tiempo del Super Bowl XLVII, la final del fútbol americano que se disputará en Nueva Orleans, el 3 de febrero de 2013. Así fue anunciado el martes 16 de octubre en Chicago por la NFL y la cadena CBS, encargada de la transmisión del evento.
El año pasado, con Madonna en el escenario montado en Indianápolis, este espectáculo fue visto por 112,5 millones de personas, sólo en Estados Unidos.
La presencia de Beyoncé Knowles, de 31 años y ganadora de 16 premios Grammy, refuerza la tendencia por la música pop y la presencia femenina en este evento, ya que en 2011 el espectáculo estuvo a cargo de The Black Eyes Peas (con Fergie como su rostro más reconocido) y el año pasado Madonna fue el eje de la presentación. Luego del escándalo entre Janet Jackson y Justin Timberlake en el Super Bowl XXXVIII (2004), que mostró uno de los senos de la artista ante una audiencia de más de 100 millones de estadounidenses, la NFL y los canales de TV optaron por shows más conservadores, con rockeros veteranos de gran nivel como McCartney, los Stones y Bruce Springsteen, pero otros también de menos trascendencia y vigencia, como Tom Petty y The Who.
Dado el tipo de shows que suele presentar Beyoncé es válido presumir que usará pistas de apoyo, tal como hizo Madonna el año pasado, situación que generó muchas críticas de los televidentes y los especialistas. Aunque no hay una versión oficial, según informó AP es probable que la cantante de «Crazy in Love» sea acompañada en el escenario por su marido, el rapero Jay-Z.
El show del medio tiempo -que en 2013 será nuevamente auspiciado por Pepsi-, es una tradición desde el primer Super Bowl, disputado en 1967. Sin embargo, con presentaciones de bandas universitarias y otros espectáculos a cargos de Disney, no tenía ni la popularidad ni la importancia comercial de hoy. El cambio vino en el Super Bowl XXVII, en 1993, cuando Michael Jackson en el Rose Bowl de Pasadena, California cantó sus grandes temas y tuvo una altísima sintonía.