La máxima estrella de la NBA, LeBron James, volvió hace unos días a revivir su flirteo con la NFL: en una sesión de preguntas y respuestas con los fans a través de Twitter, el jugador de los Heat confesó que “quiero jugar un partido de la NFL antes de que todo se acabe”.
James no juega fútbol americano desde el colegio, en Akron, Ohio, pero muchos jugadores y comentaristas de la NFL creen que por la capacidad atlética de “King James” (2,03 metros de estatura y 113 kilos de peso), perfectamente podría adaptarse a la liga: probablemente como un ala ofensiva, aunque también podría rendir al otro lado del balón como profundo.
LeBron es un gran fanático de los Dallas Cowboys, e incluso durante el paro de 2011, por Twitter también bromeó al preguntar hasta cuándo se podría contratar agentes libres. En la instancia que se produzca, durante un amistoso de preparación o con mayor razón en la temporada regular, ver a James con casco en el emparrillado sería un gran éxito comercial.
De todas maneras, aunque no hay ejemplos recientes, el sueño de LeBron no es nuevo en la historia de los deportes norteamericanos. Sin ir más lejos, Michael Jordan, el basquetbolista más grande de todos los tiempo, por más de un año se alejó de la NBA para convertirse en beisbolista profesional: fue contratado por la organización de los Chicago White Sox, pero nunca mostró nivel para llegar a las Ligas Mayores y sólo pudo jugar en las filiales de los “Medias Blancas”.
Otro gran basquetbolista, como Danny Ainge, sí jugó en las Ligas Mayores (Toronto Blue Jays) mientras estudiaba en la universidad. Dejó los bates y guantes de lado cuando fue seleccionado por los Boston Celtics en el Draft.
Sin embargo, la relación entre el básquetbol y la NFL ha sido menos fluida. De hecho, la historia sólo registra dos casos, uno de ellos el de la leyenda Otto Graham, gran mariscal de Cleveland Browns, quien antes de jugar fútbol americano profesional, en 1945 estuvo con los Rochester Royals (actualmente los Sacramento Kings) de la NBL, antecesora de la NBA.
Más éxito, e impacto comunicacional, tuvieron otros futbolistas de la NFL que a la vez jugaron en la MLB. Fue el caso de Bo Jackson, quien en 1986 fue seleccionado en el Draft cómo número uno general por los Tampa Bay Buccaneers, pero optó por jugar béisbol con los Kansas City Royals, como jardinero. Finalmente, Jackson firmó dos años después por Los Angeles Raiders (actualmente en Oakland) como corredor, aunque sólo se sumaba a la temporada de la NFL una vez finalizado el torneo en las Ligas Mayores.
Mucho mejor le fue a Deion Sanders, actual comentarista de NFL Networks. Sanders comenzó su carrera profesional en la MLB (con los Yankees) y en la NFL (con los Falcons) en 1989. En aquella temporada, Sanders se convirtió en el primer y único jugador en conectar un home run y anotar un touchdown en la misma semana. Jardinero con el guante y esquinero con el casco, Sanders jugó en las Series Mundiales, con los Braves, y en dos Super Bowls, uno con los 49ers y otro con los Cowboys, logrando el anillo de campeón de la NFL en ambas ocasiones. La carrera de Sanders en el béisbol terminó en 2001, con los Reds, y la de futbolista la cerró en 2005, con los Ravens.
Si LeBron es serio en sus intenciones, tiene todas las condiciones atléticas para jugar en la NFL en los próximos cinco años (actualmente tiene 28), pero otra cosa muy distinta será aprenderse el complicado sistema de uno de los deportes más tácticos y difíciles del mundo.