Una de las grandes sorpresas del Super Bowl disputado en el MetLife Stadium el pasado domingo fue el rating televisivo logrado por la final de la NFL. El juego tenía todas las condiciones para generar un gran atractivo: se disputaba por primera vez en la historia en Nueva York, estaba rodeado por el morbo de que se pudiera jugar nieve y en la cancha se medían la mejor ofensiva de la temporada (Denver) con la mejor defensa de 2013 (Seattle). Sin embargo no nevó, no hubo ni tanto frío tampoco, y lo peor es que Peyton Manning ni los Broncos se presentaron a jugar, permitiendo una fácil y aburrida paliza de los Seahawks (antes de terminar la primera mitad el campeón estaba definido).

Aun así, el Super Bowl XLVIII tuvo un rating promedio de 111,5 millones de espectadores en Estados Unidos, convirtiéndose en el programa más visto en la historia del país del norte, según los datos de la empresa Nielsen. Este duelo superó a la final de la NFL de 2012 (Giants vs Patriots), que fue visto por 111,3 millones. Ambos duelos tienen en común que involucran a Nueva York, el mercado más grande de EEUU.

También fue un récord la audiencia que miró por TV el show del medio tiempo a cargo de Bruno Mars: 115,3 millones, sobrepasando los 114 millones de Madonna en 2012.

De haber plantado los Broncos algún tipo de oposición a los Seahawks, los registros pudieron haber sido incluso mayores. La primera mitad tuvo un promedio de 115,9 millones de televidentes, pero a la hora que el partido terminaba unos 12 millones eligieron otra alternativa en la TV, según los datos de un artículo publicado por el New York Times.