Era febrero de 2012 en Indianápolis. Todavía no se apagaban los ecos del show de Madonna y la sorpresiva victoria –otra vez- de los Giants sobre los Patrios en el Super Bowl, y ya en la sala de prensa del estadio Lucas Oil se comenzaba a hablar de una sola cosa: la buena calidad de mariscales de campo que venían en el Draft 2012.
Se ocupaba incluso la palabra “histórica” para describir la clase que encabezaban Andrew Luck (Stanford) y Robert Griffin III (Baylor), y que también contaba con Ryan Tannehill (Texas A&M) y Brandon Weeden (Oklahoma State).
Indianápolis era el lugar propicio para el debate, ya que los Colts venían de una temporada para el olvido (2-14) y gracias a eso tenían la opción de elegir en el primer lugar, justo cuando se debatía sobre el futuro de Peyton Manning. La estrella del equipo no había tenido ningún snap en la temporada 2011 debido a una grave lesión en el cuello e incluso estaba en duda su continuidad en el deporte.
En marzo, los Colts tomaron una decisión histórica: cortaron a Manning y dejaron en claro su decisión de ir por uno de esos jóvenes QB que prometían cambiar la historia de la franquicia que los elegiera.
Claro que Peyton no se retiró. Por el contrario, firmó por los Denver Broncos y los cuatros años que estuvo ahí clasificó a los playoffs, fue dos veces al Super Bowl y ganó una final más para su carrera de leyenda.
¿Qué pasó entonces con esa supuesta generación dorada? A continuación una historia de más sombras que luces…
El brillo del comienzo
El 26 de abril del 2012 fue una noche especial en Nueva York con ocasión del Draft. Hasta minutos antes de la ceremonia se discutía si Luck o RGIII debían ser el número uno. Finalmente, los Colts optaron por la lógica y se llevaron al ex jugador de la Universidad de Stanford, mientras que en la segunda selección, los Redskins anunciaron el nombre de Robert Griffin III.
Minutos después, Ryan Tannehill se fue a los Dolphins con la octava selección y en el puesto 22, los Browns elegieron a Brandon Weeden (tenía 29 años, ya que antes de entrar a Oklahoma State estuvo en las ligas menores del béisbol con los Yankees y Dodgers).
La primera temporada de casi todo este grupo generó portadas, reportajes y highlights: Luck y RGIII llevaron a sus equipos a los playoffs; Tannehill quebró los records para QB novatos en Miami y Weeden lanzó para más de 3 mil yardas en Cleveland (ganó apenas cuatro partidos, pero eso es la costumbre para los Browns).
Sin embargo, de ahí en adelante, las cosas nunca serían iguales…
La debacle
Andrew Luck fue el mejor jugador de esta generación. Clasificó a los playoffs también en las temporadas 2013 y 2014 (llegó a la final de la AFC en el famoso “Deflategate” ante los Patriots), y recién volvió en 2018. En total, completó cuatro triunfos de postemporada en una carrera que sorpresivamente llegó a su fin el 24 de agosto de 2019, cuando a los 29 años anunció su retiro ante las lesiones crónica que lo aquejaban.
El resto casi no destacaron después del 2013.
Robert Griffin III después de ese 2012 que llenó de ilusiones a los hinchas de Washington, tuvo problemas físicos, lesiones y luego se peleó con la dirigencia de Redskins. Estuvo en Cleveland sin suerte y ahora es mariscal suplente en los Ravens.
Ryan Tannehill tuvo buenos números hasta el 2015, pero nunca pudo clasificar con su equipo a los playoffs ni convertirse en un “jugador-franquicia” como esperaban en Miami. Luego de terminar mal la temporada del 2018, Tannehill fue transferido a los Titans, donde será el suplente de Marcus Mariota para el 2019.
Brandon Weeden nunca repitió una temporada como la del 2012 y el 2015 fue titular por última vez en la NFL. Hoy no tiene equipo.
Los que sí brillaron
Curiosamente, la generación del 2012 sí destacaría por otros mariscales que fueron seleccionados en rondas posteriores.
Brock Osweiler (de Arizona State, seleccionado 57 por Denver) no brilló ni es un gran QB, pero tiene en su poder un anillo de Super Bowl: jugó de titular siete partidos en la temporada 2015 de los Broncos por una lesión de Manning y fue suplente del “18” en el triunfo sobre los Panthers en la final de la NFL.
Pero lo mejor quedó para el final. La verdadera joya de esta clase fue Russell Wilson, seleccionado por los Seattle Seahawks recién en la tercera ronda y en el lugar 75. El mariscal que venía de la Universidad de Wisconsin, ha liderado a su equipo a los playoffs en seis de sus siete temporadas profesionales, y eso incluye el título en el Super Bowl del 2014 y el título de la Conferencia Nacional 2015.
Nick Foles (de Arizona, seleccionado 88 por los Eagles) no ha tenido una carrera tan consistente como la de Wilson, pero luego de sus pasos por los Rams y los Chiefs volvió a Filadelfia en 2017 para ganar el Super Bowl LII gracias a que el titular Carson Wentz se lesionó en la parte final de la temporada regular. La carrera de Foles seguirá en los Jaguars el 2019 luego de firmar un contrato de cuatro años a cambio de US$ 88 millones.
Junto a Robert Griffin III los Redskins también seleccionaron al mariscal Kirk Cousins (de Michigan State, en el lugar 102), quien ha tenido una carrera mucho más productiva que el jugador de Baylor. Cousins es titular desde el 2015 y ahora espera poder llevar a los Vikings de vuelta a los playoffs.
Peyton Manning fue la primera selección en 1998, pero dos años después Tom Brady recién fue elegido en el puesto 199… la profesión de scout debe ser una de las más difíciles en la NFL, y la generación del 2012 lo comprueba. El único gran mariscal de la primera ronda era Andrew Luck pero las lesiones, como con tantos otros, acabaron con su carrera.